Federico Mancuello, Julián Velázquez, Francisco Pizzini, Leonel Galeano, Diego Rodríguez, Patricio Vidal, Fernando Godoy, Lucas Krupzky… En los angustiosos años en los que Independiente comenzó el irremediable tobogán que lo depositaría en la segunda categoría del fútbol argentino, la lista de chicos de las divisiones inferiores que iban apareciendo en el primer equipo fue larga, muy larga, casi inagotable.
Cada uno de ellos portaba, sin querer pero sin tener otra alternativa, la pesadísima carga de ser un salvavidas, el crack inesperado que permitiese una supervivencia imposible entre los grandes..